"La poesía es como un relámpago"
José Jiménez Lozano.
Premio Cervantes 2.002

domingo, 24 de abril de 2011

Vía Crucis



Hoy terminan las procesiones de Semana Santa en Arévalo.

De todas las que se celebran, el Vía Crucis es, para mi, la más bonita.

El frío de las primeras horas del día - hay que salir de casa pasadas las 7 de la mañana y puede que queden restos de la helada nocturna - el ver incluso amanecer, según lo temprana o tardía que sea la Semana Santa de ese año, son ingredientes que, de inicio, a mi me gustan.

Este año ya era de día -aunque la luna todavía estaba llenando el cielo- cuando salíeron los penitentes desde la Iglesia del Salvador, en silencio, en ordenada fila, en busca del Cristo de la Fe, el cual se encuentra en la iglesia de San Juan, donde estos mismos penitentes lo "acostaron" la noche del Miércoles Santo.

Fuera el Cristo de "su" iglesia, empiezan las estaciones, con sus rezos y sus plegarias. Cada una de ellas está marcada de una forma muy austera - esto es Castilla -
Una cruz de madera de pino sobre un fondo de tela blanco.

El silencio es real. 

El recorrido de la procesión es digno de un recorrido turístico por Arévalo.

Sale la procesión desde San Juan y camina hacia San Miguel. De ahí, hacia el castillo, dejando a la izquierda el Arco de Medina y el puente del mismo nombre. 

Desde el castillo torcemos hasta la preciosa - y diría que desconocida - plaza de San Pedro. Desde ella ya divisamos las torres de Santa María y las de San Martín. Pronto estaremos con ellas.

Subimos por la calle de Santa María al Picote hasta llegar al arco de la torre de la iglesia, pasando el Cristo bajo él y entrando, por el final de la calle de Santa María, a la plaza de la Villa.

Momento, para mi,  cumbre de la procesión; penitentes en fila, el Cristo de la Fe llevado a hombros, los que acompañamos a la procesión manteniendo ese silencio que se rompe, es verdad, por el crotorar de las cigüeñas, y esa plaza de la Villa, plaza monumental, plaza medieval, plaza castellana, plaza majestuosa, como decorado insuperable.

Salimos de la plaza subiendo hacia San Nicolás, iglesia de la que tristemente, más pronto que tarde,  solo quedará su nombre.

Otro momento plástico sin igual es ver como queda atrás San Martín, con su atrio, y sus llamadas "torres gemelas".

Este año, para llegar hasta Santo Domingo, siguiente parada de esta procesión con recorrido "turístico" se ha pasado, por mor de las obras en la muralla que ha impedido el pasar "junto" al Río Adaja, por la Plaza del Real, con la ventaja - una cosa por la otra - de ver la procesión frente al Ayuntamiento, y pasando bajo el Arco de Alcocer, para desembocar en la plaza del Arrabal. La calle Santa María queda de telonera en esta estampa. 

Ya desde Santo Domingo se recorren los últimos metros hasta el Salvador, por la calle Caldereros, con el fondo de la estatua del Sagrado Corazón que culmina esa iglesia de Santo Domingo.

Terminada la procesión, el Cristo de la Fe es colocado en su sitio dentro de la iglesia de El Salvador, ese sitio que te permite una perspectiva que no cansa verla. La perspectiva de ver dos crucificados, el Cristo de la Fe y el Cristo del retablo de Juan de Juni.

Luego, ya todos vestidos de "calle", un chocolate con picatostes, pero eso me parece que es otro tema. ¿o no?

Para terminar, las fotos de la procesión del Vía Crucis que he subido este año a mi página de Flickr.
Estás y las demás estaran todas en el álbum "Semana Santa de Arévalo 2011"

Ahora mismo estan incluidas hasta el Vía Crucis. Espero terminar durante esta semana que mañana empieza .





























Un aviso: En el año 2.012 también habrá Vía Crucis en Arévalo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario